sábado, 24 de noviembre de 2007

en busac del lenguaje formal

EL LENGUAJE Y LA NEGATIVIDAD.

Para comprender el lenguaje es preciso saber que se trata de una potencia de negación, una contradicción, donde su esencia es reflejada en la literatura lugar donde todo lo real es racional y todo lo racional es real, lugar donde nace el saber y el sabor.
En el pensamiento discursivo de Hegel, donde la verdad es la sustancia, las palabras y lo verdadero el pensamiento traducido en lenguaje. Hegel formula la negatividad dialéctica partiendo de la sustancia que se va transformando en sujeto, “todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto”. [1]La sustancia es algo incapaz de pensarse así misma, es la que no le es posible el saber que se es, donde no se puede ver en una realidad, es lo que esta sin saber que sé esta. La sustancia es aquella universalidad e inmediatez que va ha ir formando el saber en una primera instancia.
Esa sustancia pasará a ser sujeto, cuando se piense él mismo en la realidad, cuando se este conciente de que forma parte de esa realidad que lo rodea, es cuando el pensamiento se encuentra en la realidad pensando. El sujeto se convierte en conciencia y en espíritu. La sustancia simplemente se encuentra envuelta en la realidad sin identificarse y sin pensarse, sin saberse parte de la realidad, es capaz de convertirse en sujeto cuando se piensa como parte de esa realidad en la que vive, cuando va a suprimir a su parte como sustancia para así formarse como sujeto pensante y actuante, se vuelve participe de esa realidad, cuando los demás lo identifican y le confirman su existencia al tomar conciencia de que se encuentra hay.
Lo verdadero es cuando se conjugan ambas partes la sustancia con el sujeto. Cuando un hombre es incapaz de reconocerse en esa realidad en la que vive, es entonces cuando origina como su protección a la divinidad, al no concienciar de su postura en la realidad. El pensar es actuar, que formula trabajo, es por ello que se piensa la realidad para que pueda ser explicada, es la función del sujeto el pensar de manera que actúa y crea,
La negatividad dialéctica es formulada por el hecho de suprimir, para lograr formar algo nuevo, así como la sustancia se suprime, desaparece y logra crear al sujeto, es de esa manera como se va originar la dialéctica al ir suprimiendo el pensamiento a modo de convirtiéndolo en lenguaje, la realidad de la dialéctica es el constante movimiento, de crear y destruir. Es ir formulando el circulo del saber absoluto por medio de una tesis, seguido por el devenir que sería la antitesis y concluyendo con la síntesis donde obtendríamos el saber absoluto. El pensamiento está en el ser que se encuentra pensando en la realidad.
“En cuanto el sujeto, la pura y simple negatividad y es, cabal por ello, el desdoblamiento de lo simple o la duplicación que contrapone, que es de nuevo negación de esta indiferente diversidad y de su contraposición”, [2]lo verdadero es aquello que iremos logrando por el devenir de nosotros mismos, de ese circulo que tiene un fin especifico y se ira desarrollando hasta obtenerlo, la dialéctica.
La acción es negatividad, generadora de muerte, la cual estamos obligados a ejecutar. Acción se da al actuar lo cual da como resultado el lenguaje, el negar la sustancia reconociéndote en la realidad. Ser nato o natural es no existir aún, porque esto conlleva a actuar y realizarse, tener conciencia de sí, del movimiento. Cuando se llega a la negación que inclusive niega toda la realidad, es entonces cuando se encuentra la realidad en su totalidad, el pensamiento busca le revelación de la realidad. Somos lo que hacemos, el producto de aquello que realizamos, con lo cual los demás nos reconocen, sólo así te reconocerás como algo.
“Lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en ello precisamente es la de ser real, sujeto o devenir del mismo”, [3]el espíritu absoluto es al que lo podemos definir como una totalidad de conocimientos del sujeto que mismo se fue revelando, a través del eterno devenir en el que se encuentra, del movimiento de negación.
La realidad en bruto nunca se revela, es nada. Sin hay conciencia ni revelación; es la animalidad que no se encuentra ya en el sujeto que se encuentra en él, pero lo es pero en algo inalcanzable, la conciencia es la que nos aparta de ella, lo que era la sustancia pura en nosotros.
Cuando tú no consigues reconocerte, cuando queremos que todo sea posible, es el momento en donde comienza la muerte del animal que somos, la animalidad se encuentra suprimida pero se conserva o se transforma, es a lo que llamamos la dialéctica, “la muerte del animal es el devenir de la conciencia” (Kojeve). La animalidad es suprimida con el pensamiento, con el identificarse en la realidad, conservamos la animalidad, transformada ya en una conciencia de lo que somos. El deseo animal, el ser humano no sólo es un deseo biológico sino es la búsqueda del reconocimiento en la realidad. Cuando podemos decir que nos encontramos con la libertad, es sólo si ya no nos encontramos determinados y ligados a la naturaleza.
Hegel con la negatividad dialéctica cree que se cierra el circulo y es el constante devenir, con el que se es capaz de conseguir el saber absoluto y ya no hay cabida a lo desconocido, dejando aun lado lo que se encuentra fuera de este circulo.
A lo que llamaba maldito eran aquellos actos que no tenían utilidad, a lo que no fuese capaz de generar algo, donde no existiera el trabajo no era posible en la dialéctica, ya que siempre debía de destruirse algo, para así crear otra cosa.
Lo que haya la realidad y el pensamiento es la identidad, aunque no nos encontramos unidos de manera inmediata a ninguna de las dos, se requiere de un largo proceso para conseguir que la realidad y el pensamiento sean revelados y esto únicamente es posible conseguirlo con el trabajo. Donde en el origen hay un desgarramiento y el pensamiento le es indiferente a la realidad y rompe con ella, por que se vuelve ella, actúa en ella, se apropia de ella, es sólo entonces cuando se encuentra en la realidad.
Somos trabajo ya que es lo que nos convierte en sujetos, la dialéctica también lo es, la realidad pensada, ese devenir de pensamientos que empiezan con un origen para conseguir un fin, es cuando el espíritu se empieza pensando la realidad, de manera observante, se revela y conoce así mismo. La razón que antes fue observante, descriptiva, pasa ha ser una razón activa que es el trabajo. Es el límite donde se reconoce totalmente y se realiza totalmente dentro de la realidad, donde uno mismo es ese conjunto de realidad, el nacer del sujeto de la conciencia de sí, el que lo es todo y consigue el espíritu absoluto y fuera de ello no existirá nada.
Hegel decía que ese proceso de contar algo que ya paso es lo que va formando la fenomenología, es el discurso coherente y total, de la idea de conjunto, es entonces cuando lo puede contar y ahora lo puede ver tiene la visión de él es cuando consigue saber absoluto. Es eso la negatividad dialéctica que suprime, pero conserva y transforma.
“La actividad del separar es la fuerza y la labor del entendimiento, de las más grande y maravillosa potencias, o mejor dicho, de la potencia absoluta. La potencia portentosa de lo negativo reside, por el contrario, en que alcance un ser allí propio y una libertad particularizada en cuanto a tal, separado de su ámbito, lo vinculado, y que sólo tiene realidad en su conexión con el otro”. [4]Esto quiere decir que con la muerte si es que así se le quiere nombrar a esa irrealidad que al parecer es lo más espantoso y es precisamente el retener lo muerto, lo que requiere de una mayor fuerza; la fuerza carente de la fuerza odia al entendimiento porque éste exige de ella lo que no esta en condiciones de dar, pero, la vida del espíritu no es la vida que asusta ante la muerte y se mantiene para la desolución, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella, el espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse así mismo en el absoluto desgarramiento.
La revelación que se obtiene del pensamiento es la acción misma, el acto reflexivo, pensamiento, entendimiento requiere de la potencia de negación. El suprimir es la muerte, somos nosotros al dejar de ser sustancia quienes nos convertimos en creadores y portadores de muerte al volvernos sujetos.
Es en el pensamiento es un discurso he aquí el momento en que nace el lenguaje al dar la razón de sí mismo. Por su parte la potencia absoluta, se le nombra así por que no hay que la pare hasta que consiga que se constituya en lo absoluto.
La supresión de la que hablamos Hegel es a lo que llama trabajo o dialéctica, donde se mantiene una conserva, es el mismo Hegel quien plantea que no genera sujeto, sino lo lleva a la ruina.
La certeza sensible comienza cuando finaliza todo en el saber absoluto, el final del camino que recorre la conciencia al hablar del conocimiento, es cuando se piensa en la totalidad del ser o sustancia de que hay o el absoluto de la realidad. Todo depende de lo absoluto tanto la sustancia, como el sujeto, es el espíritu de la totalidad humana. El ser como sustancia pura, y el sujeto como es saber, conciencia y autoconciencia. En Hegel al obtener la certeza sensible que es absoluto es donde ya no se tiene cabida para un Dios.
No basta con ser sino con el saber que se es, y ya no nos es posible al conseguirlo que había antes del ser. Si no pudiéramos hablar y pensar no sabríamos lo que somos, el lenguaje como palabra y discurso es lo que nos permite ser seres humanos.
Lo absoluto comprende tanto a la sustancia como al sujeto y al haber una separación de una misma realidad que se refiere a la fractura entre sustancia y sujeto es cuando se origina la dialéctica. La realidad no es verdad por sí misma, ya que se requiere del pensar que se habla de un yo que es un nosotros, es cuando deja de existir el perceptivismo, ya que el ser y el pensamiento se vuelven uno solo. Es la ciencia de la experiencia y de la conciencia, es la conciencia la que te puede contar todo por lo que ya vivió la experiencia.
Es entonces cuando el objeto se esta tratando de describir a ella misma, ella no reconoce que quien sé esta reconociendo es ella.
Es la ciencia de la descripción progresiva y detallada de la conciencia en la experiencia, que se basa en tres etapas, la primera es donde la unidad del espíritu y la realidad son una, son indiferenciadamente, sin llegar a un saber de sí. La segunda es a lo que Hegel llamo certeza sensible, donde yace la incisión, la fractura, la conciencia y la realidad, el pensamiento y el entendimiento, por último la tercera etapa es el llamado saber absoluto donde actúas en la realidad, el espíritu y la realidad se vuelven a ser uno. Es l forma en que se efectúa la negatividad dialéctica y se cierra el circulo de la totalidad del espíritu.
Se requiere de la expresión, que es quien genera la ruptura, la certeza sensible de no actuarlo pero si sentirlo. Este puro sentir no es capaz de generar conocimiento, por que lo que no es posible de expresar no tiene un fin, aunque no se desaparezca por completo el ser, no te mueves y no hay dialéctica.
Por otra parte Hegel también hace mención a lo que el nombra mediación que significa por medio, que es cuando se sale de sí para regresar así, relación sujeto-objeto, ser-sido, y por otro lado esta lo que es inmediato que no tiene la mediación. La mediación surge en la certeza sensible, ya que es en esta donde sólo se debe de sentir la unidad de lo externo y de lo interno sin actuar y sin alterarlo, es decir, sin pensarlo o decirlo. Es en la certeza sensible donde se pretende conocer la verdad pura a través de la conciencia sensible, Hegel rechaza la mediación, ya que no hay relativismo, para encontrar el conocimiento verdadero, que sea previo a la acción.
La meditación por su parte es el acto lingüístico y el acto reflexivo, que da la pauta al pensamiento lingüístico, discursivo.
En la certeza sensible la verdad se revela en forma inmediata, es la pura sensación, sin que se actúe o se altere, es el “yo que siente”, se cambiará por el “yo que piensa que esta sintiendo” esto es la fractura. La cual tiene como fin llegar a la realidad, es un proceso, a la mediación, a partir de la certeza sensible, es un suceso de etapas para llegar al saber absoluto.
La imagen por su parte es una reflexión, es la impresión, la mediadora, es el lenguaje a través de lo que se plasma, es la huella.
La certeza sensible pretende la conciencia sin salir de sí mismo, el lenguaje es la potencia de negación, que suprime, que es la muerte.
La producción de literatura es el exilio, como la poesía es el lenguaje de lo incognoscible, es el lenguaje trabajado con rabia.
La pura dicha es tener la obra dentro de ti, no se parte de nada, te reconoces en lo que escribes, cuando tu obra es leída deja de ser tu obra, pero sin el relato no existe el conocimiento.
El sujeto te obliga a entrar a la realidad te suprime y te hace ver como un ser social un yo que se vuelve un nosotros.
Para Blanchot la negatividad en el lenguaje es no dialéctica, ya que el lenguaje se convierte en un simulacro, en el laberinto más desorientador donde combaten la vida y la muerte, a fin de perderse la una con la otra. El lenguaje se parece a la mantis la cual en su acto sexual, imita a la muerte cuando se encuentra viva, después estando muerta sigue realizando acciones, y por último en la muerte imita a la vida. Así es el lenguaje que es simulación, donde el signo es cualquier cosa que se puede usar para mentir, el lenguaje común no explota esto, la literatura sí.
La experiencia es la autoridad de sí misma, no se subordina, la experiencia es una acción, algo que se hace. La acción no es soberana por que esta subordinada, es la pura destrucción.
“Lo que esta escrito no esta ni bien ni mal escrito, no es ni importante ni vano, ni memorable ni digno de olvidarse. Lo que dentro no era nada ha surgido a la realidad monumental del exterior como algo necesariamente verdadero”[5], lo que Blanchot señala que el autor al terminar su obra deja de pertenecer a esa obra, es la desconstrucción del sujeto. La acción que reputa todo lo externo que terminaría subordinarla, no tendría libertad, es una potencia de negatividad absoluta.
La soberanía es la destrucción que arrasa con todo es la permanente negación, donde se destruye el sujeto.
Al se una negatividad no dialéctica quiere decir que es sin empleo, será una potencia que nos lleva a la destrucción, en un momento se negaría todo lo que creaste y lo vas a destruir. Para Blanchot no significa lo mismo la conciencia que la experiencia.
En la literatura reina la ambigüedad, ya que no se sabe con claridad ¿qué es lo que hace posible a la literatura?, como es la potencia de la que surge, que sería la obra, sin esta no sería posible, es la misma potencia que se resuelve en nada. Indaga en la potencia, no se sabe si en realidad exista dicha literatura, ya que radica de la nada, del vacío, es ilegitimidad que es la fuerza de la misma.
“Si la reflexión se acerca a la literatura como objeto de estudio se vuelve la literatura una fuerza cáustica”.
Es como la poesía que se responde a sí sola, que se destruye así misma, como destruye a quien intente pensarla. Potencia que vuelve así misma, pura negación, es lo que lleva a su ruina al sujeto, ya que lo que habla es la obra mas no el autor, la muerte del autor es cuando se empieza a leer su obra.
Para escribir es necesario que se tenga talento y dones, para pasar a la acción, lo que hace que una obra trascienda no es otra cosa más que el tiempo.
Cuando la obra solo ha sido pensada ya aun no se ha escrito nada, se encuentra interna y completa dentro del autor, cuando se realiza se convierte en imperfecta. La obra no se realiza, ya que una nada te llevará a la nada. “La literatura, por su movimiento, niega a fin de cuentas la sustancia de lo que representa”[6]
En lo que se refiere a lo imaginario, primero se localiza la imagen, luego el entendimiento; se niega no pasa en el relato, sino en la novela, cuando se narra algo, ese algo va ocurriendo. Las imágenes dicen lo contrario de lo principal escrito, lo transforma, ya que en sí el lenguaje es lo que nos habla, lo que es tuyo con ese lenguaje.
La experiencia interior es la que no se subordina a ninguna otra cosa, sin duda se habla de que la literatura es celosa, es el acto absoluto de desarraigo, donde el arte jamás se rendirá.
El lenguaje es una comunidad, es una realidad pública, donde no hay posibilidad de encerrarse en uno mismo, es esa comunidad que interpreta un movimiento que se resuelve en la nada, son inconfesables, es una destrucción permanente, donde se destruye sin generar nada más, es la manera de mantener a la negatividad pura, se cuaja y por último se petrifica.
La negación de la literatura viene de lo imaginario, la literatura es un absoluto. La palabra me da lo que ella significa, lo que tiene que suprimir, es lo que da el ser, pero me priva del ser.
El lenguaje es la negación al solipsismo, te obliga a salir de ti. Todo lo que externas por medio del lenguaje ya no es sólo tuyo sino de la comunidad, ya no te permite el aislamiento, tu individualidad se pierde en el plano social.
En conclusión para Hegel la negatividad dialéctica se resuelve en suprimir mis pensamientos internos, después se conserva el lenguaje, y por último se transforma con la conjunción de ambos. Y en Blanchot la negatividad se encuentra en la literatura que suprime a las cosas cuando las nombra, donde no habrá una generación de algo será la simple destrucción donde no quedará nada.




BIBLIOGRAFÍA.

HEGEL, Georg, Wilhelm Friederich, Fenomenología del espíritu, ED. Fondo de Cultura Económica, serie colección de textos clásicos, sección de obras filosofía, México, 1966, pp. 484.

BLANCHOT, Maurici, De Kafka a Kafka, “La literatura y el derecho a la muerte”, ED. Fondo de Cultura Económica, Argentina, Buenos Aires, 1993, pp. 9-78.


[1] HEGEL, Georg, Wilhelm friedrich, Fenomenología del espíritu, ED. Fondo de cultura Económica, serie colección de textos clásicos, sección obras filosofía, México, 1966, pp15.
[2] Ibidem, Fenomenología del espíritu, pp. 16.
[3] Op. cit. Fenomenología del espíritu, pp. 16
[4] Op. cit. Fenomenología del espíritu, pp. 25.
[5] BLANCHOT, Maurici, De Kafka a Kafka, “La literatura y derecho a la muerte”, ED. Fondo de Cultura Económica, Argentina, Buenos Aires, 1993, pp. 17.
[6] Ibidem, De Kafka a Kafka, pp24.

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